La Historia de dos ciudades
La mejor forma de conocer Federación (vieja y nueva ciudad) es ir en el tren sin vías que sale desde el complejo termal. Es uno de las excursiones típicas que el turista no puede dejar de hacer.
Frente al complejo termal se puede ver un grupo de trenes históricos, con la llamativa característica de que ninguno de ellos necesita vías para salir a recorrer esta hermosa ciudad.
En realidad se trata de pequeños vehículos que simulan ser trenes y que se encargan de hacer conocer al turista los rincones más importantes de la vieja ciudad para luego hacer lo mismo con la nueva Federación.
Sin pensarlo dos veces nos subimos a uno de estos hermosos trenes que repletos de visitantes comienzan a andar hacia la ciudad vieja, la que queda del otro lado del lago.
A la vieja ciudad de Federación
El tren tomó el acceso principal de la ciudad en sentido contrario y luego de bordear la costanera local llegamos hasta el inicio de un camino que posee un viejo puente de hierro. Un pequeño cartel marcaba como destino “La vieja ciudad”.
La otra orilla era muy distinta de la de la ciudad nueva. Las calles de tierra y algunas construcciones viejas rápidamente ganaron la atención de todos los presentes.
Nuestra guía turística comenzó a relatarnos la historia de la vieja Federación y quedamos fascinados con cómo era todo este lugar antes de que la construcción de la represa de Salto Grande lo inundara todo, pueblo incluido, por supuesto.
El viejo hospital (donde nacieron quienes hoy tienen más de 35 años), el hogar de ancianos, la escuela, el viejo tanque de agua, una pequeña capilla, el cementerio local y muchas construcciones que no fueron demolidas continúan a la vista de los visitantes. Dolorosas para aquéllos que se vieron obligados a mudarse, no sólo de lugar físico sino también de afectos y recuerdos.
En una de estas construcciones funciona el Museo de la Imagen, donde es posible aún sorprenderse con fotografías, escritos e imágenes de cómo era todo y cómo es ahora.
Una de las tantas anécdotas es que cuando el río baja y se abren las compuertas de la represa, el nivel del lago comienza a bajar y es posible apreciar los techos de muchas construcciones e incluso algunas cuadras de la ciudad. Las imágenes, dicen quienes las han visto, son impactantes.
El relato es duro pero no por ello deja de ser verdadero y así, un poco tristes y tratando de asimilar el dolor ajeno, fue que comenzamos a transitar el puente nuevamente, pero esta vez para entrar en la nueva ciudad, en el presente. Dejamos abandonada la vieja ciudad.